El inicio: un mundo diminuto y fascinante
Si hace unos años me hubieras preguntado “¿a qué te dedicas?”, te habría dicho sin dudar: fotografía macro. De bichos.
Sí, bichos.
Pasaba horas en el campo buscando arañas saltarinas, escarabajos con armaduras imposibles, pelos de abeja llenos de polen. Todo ese universo invisible me tenía enganchada. Y captarlo bien requería paciencia, pulso y una obsesión (sana) por los detalles.
Mis favoritas: las arañas saltarinas. Ojos enormes, cara de dibujos animados, cero miedo escénico.
Cada foto era un duelo entre mi lente… y su salto.

Pero lo que nunca imaginé era que esos años con los bichos me estaban entrenando para otro tipo de modelo: la comida.
El giro: de lo microscópico a lo delicioso
Todo cambió con un reto en un grupo de fotografía. Ese mes tocaba: fotografía gastronómica.
Y justo en paralelo, Mariló (mi socia y amiga) recibió un encargo de ese tipo. Ella venía de retrato emocional. Yo, de patas peludas.
Cero experiencia. Cero presión.
Pero algo en esa primera foto (horrible, por cierto) me picó.
Y no era un bicho.
La transición fue progresiva
Empecé a practicar con mis platos.
A observar la comida como observaba a los insectos.
Texturas.
Reflejos.
Sombras que daban vida.
Descubrí que no era solo técnica.
Era puesta en escena. Styling. Intención.

Y ahí fue cuando nació Shootify Studio.
El proyecto que nos sacó del “modo hobby” y nos metió de lleno en este nuevo universo visual.
Lo que me traje de la macrofotografía
✔ Obsesión por el detalle
Lo que antes eran alas, hoy son costras doradas, burbujas de masa madre, gotas de salsa.
✔ Manejo de la luz
Con los bichos usaba flash sí o sí.
En food, aprendí que la luz natural también puede funcionar… pero solo si la entiendes. La clave no es la fuente, es saber cuándo y cómo usarla.
✔ Paciencia quirúrgica
Sí, la comida no se escapa… pero un helado no espera.
Lo que cambió (y lo que no)
Antes buscaba asombro.
Ahora busco apetito.
Antes mostraba bichos con alma.
Hoy, platos con historia.
Y aunque los protagonistas son distintos, la misión es la misma: contar algo.
Visualmente. Con emoción. Con intención.
El gran aprendizaje
A veces, lo que parece una rareza en tu camino…
es justo lo que te hace única cuando decides dar el salto.
Si vienes de otro tipo de fotografía, no lo escondas.
Úsalo. Eso que aprendiste puede ser justo lo que te diferencie.
Y si estás empezando en este mundo, te lo digo claro:
no necesitas saberlo todo. Solo necesitas empezar.
¿Y tú? ¿Qué aprendizaje raro te trajo hasta donde estás hoy?
Te leo en los comentarios.