Has cocinado algo que te hace sentir orgullosa. Lo colocas, encuadras, haces la foto… Y al mirarla, hay algo que no termina de funcionar. No transmite lo que ves con tus propios ojos. No refleja el mimo que le pusiste al producto.
Y muchas veces, no es culpa ni del encuadre, ni de la cámara, ni de la receta. Es ese fondo que no dice nada. O dice lo contrario de lo que quieres mostrar. El fondo no es un decorado. Es parte de la historia. Y si no suma, resta.
Por qué el fondo perfecto marca la diferencia
Un fondo mal elegido puede hacer que una imagen parezca improvisada. Uno bien pensado cambia el nivel visual de toda la escena. No se trata de tener un estudio ni materiales caros. Se trata de saber mirar. De entender qué dice cada fondo, aunque no hable.
El fondo acompaña, no compite
Tu plato es el protagonista. El fondo, el escenario. Y si el escenario grita más que el protagonista, el mensaje se pierde.
Ejemplos rápidos:
Si el producto es sencillo → un fondo oscuro crea contraste
Si tiene mucho color → un fondo neutro lo equilibra
Si es un producto delicado o elegante → un fondo con textura suave le da soporte sin robar foco.
Que el fondo hable el mismo idioma que tú
¿Tu marca es casera, natural, con alma? Madera, lino, tonos tierra. ¿Más limpia, de diseño, con estética moderna? Mármol blanco, gris claro, superficies lisas. El fondo no tiene que ser bonito. Tiene que ser coherente. Cuando el fondo habla otro idioma visual, la foto se desconecta de tu esencia.
Cuando no sepas qué usar, elige un fondo neutro
Los fondos neutros funcionan siempre. Son como ese vaquero que te saca de apuros y siempre encaja. Blanco, gris claro, beige. Mate, si puede ser. No distraen. Dejan que el producto respire. Y si luego necesitas editar, te lo ponen fácil.
Contar una historia sin montar una película
No necesitas veinte props. Solo necesitas intención. Un fondo, un par de elementos que sumen y buena luz.
Pan artesanal → tabla de madera, cuchillo, migas
Smoothie → vaso con restos, fondo pastel, mano sirviendo
Brownie → fondo oscuro, servilleta arrugada, café al fondo
Lo que no aporte, sobra.
Según dónde vaya tu foto, cambia el fondo
Antes de elegir el fondo, piensa en el destino de esa imagen. ¿Va para tu tienda online? → fondo blanco, sin distracciones. ¿Va a Instagram o redes sociales? → textura, color suave, algo más personal. ¿Va en tu web o carta? → fondo que hable el lenguaje visual de tu marca. Cada canal tiene su código visual. El fondo debe adaptarse.
Fondos caseros que funcionan (y usamos nosotras)
No hace falta gastarse 100 euros en un fondo profesional. Con criterio y buen ojo, puedes hacer maravillas con lo que tienes a mano.
Cartulinas mate (gris, blanco roto, beige)
Tablas recicladas
Telas lisas o con textura
Fondos pintados a mano
O marcas especializadas, si decides invertir con intención
No se trata del material. Se trata de cómo lo usas.
Una buena foto gastronómica no es solo el encuadre, ni la luz. Es un conjunto de decisiones. Y el fondo es una de las más potentes. No lo dejes para el final. Elige el fondo con intención y verás cómo cambia todo: la percepción, la conexión, y sí, también los resultados.
Si estás en ese momento en el que sientes que puedes (y quieres) hacer mejores fotos, pero no sabes por dónde empezar, Fotohacks Premium es el lugar. Una formación visual, práctica y con estrategia, donde no necesitas tener equipo caro. Solo ganas de aprender a mirar distinto. Si te interesa, escríbenos y te contamos cuándo abrimos la próxima edición.